Lejanía

29/8/07

 

Templado. Un verano templado que hace añorar los de antaño. Aquellos en que las charlas parecían no tener fín, aquellos en que la tenue luz del sol se abría camino entre un mar de estrellas, mientras se agotaban las últimas caladas humeantes de un cigarro acompañado con coca-cola. Todo cambia. La vida, el estatus, los estudios, el trabajo, los amigos, tu pareja...

Es inevitable. Lo dicta el tiempo, incansable, aferrado a una carrera sin fín. Avanza implacable hacia una evolución, más bien, hacia una renovada situación. Unos caen en el desdichado sendero del adelantado futuro, otros se ahogan en un mar de madera, y otros... otros están igual que siempre. Yo mientras, me debería sentir descolocado, fuera de lugar, desorientado sin estrella polar que me dicte el norte. Lo hubiese estado, de no ser por ella.

Mi estrella tiene nombre. Se llama Rebeca y aunque no tiene cinco puntas si tiene mucho genio, pero lo endulza con simpatía, belleza, unos suaves labios y unos hermosos ojos. Unos ojos en los que uno se pierde en unos senderos hacia la locura, el deseo, el desenfreno y el recreo. Unos labios que conducen hasta una calida pasión que recorre a través de su boca hasta un hermoso
cabello ondulazo que rebosa pasión donde se funden en los más profundo del alma dos cuerpos que acaban siendo solo uno.

Amor... una palabra que sólo producía en mi indiferencia hace escasos meses. Una palabra que hoy por hoy no tengo palabras con las que explicar.


Gracias por todo. Gracias por hacer de cada día un motivo especial y hacer de mí una persona mejor. Te quiero.

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