Cadena imperpetua

29/9/12

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"Anoche te vi. Cerré los ojos y te vi. Risueña. Con esa sonrisa convaleciente con recuerdo de los gemidos pasados. Adormilada, extasiada, a escasos minutos de morir en tus adentros, mientras el día amanecía acompañando soleado.

Recuerdo el tiempo educado, siempre al compás de nuestros provocamientos. Cuántas muertes por alcanzar, cuántas lunas por despertar, nos confesamos.

Y te confesé, que eres mi droga, mi poesía y mi inspiración. Mi aliño en mi cigarro, mi cafeina en el café. Que qué sería este lobo sin su caperucita. Porque mi pecado preferido eres tú, entera, con nuestros labios bajo tu falda.

Que me corro si me rozas, que la desnudez pierde sentido si no es la de tu cuerpo. Que dormir en un coche no está es tan mal si me despierto contigo al lado. Con tus piernas elevadas bañadas en versos. Con mis hombros apoyándolas teñidas de besos.

Y me confesaste, que ese era uno de esas días, en los que te levantas, y no hacías nada. En que todo te parecía mal, te cabreabas sin pensar. En los que cambiar de vida no sonaba tan mal. Que te arrepentías de cosas, veías 270.000 series con tal de no pensar. Días en los que no quieres salir sin quedarte, sólo irte sin llegar.

Pero que en esos días, todo perdía importancia. Y todo te parecía menos peor. Si sabías que sólo te quedaban, unas horas para tenerme. Que en unos despertares lo haríamos juntos tumbados en un colchón con sábanas verdes y sin somier.

Porque el somier era algo que sobra cuando puedes soñar a mi lado. Y sólo necesitabas quererme para ser feliz..."