Año nuevo...

8/1/07

 

¿Vida nueva? No tiene por qué. Y entre las clásicos propositos de año nuevo, no hay nada que cumplir. Tal vez porque tales propósitos nunca se realizan, tan solo se olvidan a lo largo del primerizo mes del año naciente.

Por ello, mejor disfrutar de lo mismo perdido en una moderna casa rural entre pinos y romeros, entre risas y líquidos, entre amigos y discursos...

Como los AC/DC y su mítico Higway to the hell, emprendimos el viaje de dos vueltas del reloj hacia un fín de semana tranquilo, alejados de todo el tumulto generado tras fín de año y acercándonos a un lugar donde deberiamos ir todos, al principio de todo, al sumún. Y es ahí de donde nace todo, toda civilización creada y venidera, recóndita entre campos atravesados por negras serpientes de alquitrán cuya cabeza es pequeña, muy pequeña, para tan grande corazón.

Primer día, reunión con los desaparecidos, aquellos que hace tiempo que creias haber perdido, e incluso con aquellos con los que creias no haberlo hecho. Todo sale a pedir de boca, de no ser por la extraña sensación de distancia entre dos mundos: uno, llamado amistad, parece que toma rumbos desconocidos con senderos oscuros y cubiertos de una tela aún no desenmascarada por el otro, llamado pasión.


Y es en ese último mundo en el que se pierde la razón, donde toda explicación logica no lo es y donde todo se vuelve del revés. Tocado y hundido, debería ser... pero no es así. Lo que antaño parecía ser una necesidad, ahora pasa a ser en un segundo plato cosa de lo natural. Revuelto como un sarcástico reir ante lo que será la primera prueba, llega la duda en mi karma más profundo. Y es que aunque no lo queramos, hay veces en que no sabemos cómo reaccionar...

¿Es una señal? ¿O tan solo un simple destello de ironía descabellada de mi mente? Como dijo una buena amiga... "que asco".

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