"Ocurre, que algunas noches, durante los polvos donde también se corre el maquillaje tras el cual aseguran que se esconde una mujer, suceden las más inverosímiles de las conversaciones y las más fantásticas de las historias. Tal vez sean los cuerpos desnudos, que nos quitan los disfraces con los que salimos cada mañana de casa. O tal vez sean las últimas caladas de ese cigarro aliñado justo antes de empezar a gemir.
Sea como fuere, lo último que esperaba es que esa fuese una de esas noches. De esos polvos. De esas historias.
Sea como fuere, lo último que esperaba es que esa fuese una de esas noches. De esos polvos. De esas historias.
- Alégrate, lo has conseguido.
- ¿Qué?
- Eso.
Y el silencio. Un silencio que se puede oir. Un silencio que transmite mucho más que cualquier palabra, que cualquier mirada, que cualquier lametón de la droga más pura. Hasta que...
- Espera...
- ¡Convirtámonos en desconocidos!
- Hasta volvernos a conocer.
- Hasta volvernos a conocer..."